Praga y Viena, un clásico entre los clásicos
Seguramente muchos de vosotros ya lo hayáis hecho. Es, sin duda, una visita obligada para todos los amantes de los viajes. Yo he tardado más de lo que me hubiera gustado en hacerlo pero por fin lo he hecho realidad. ¿Nos os pasa que muchas veces dejáis para otro momento los destinos que están más cerca pensando que tendréis más oportunidades de visitarlos y al final nunca llega ese momento?
Pues eso es lo que me ha pasado a mí con Praga y Viena. Fue en la pasada Semana Santa cuando finalmente lo hice. Mi novia tomó la iniciativa y, como en otras ocasiones, se puso en contacto con IEST Viajes para organizarlo.
Cuando realizamos viajes de pocos días siempre confiamos en esta agencia porque saben concentrar la imprescindible para no perdernos nada de lo esencial pero sin que vayamos con agobios y prisas de un lado para otro.
Aterrizamos en Praga. Sobra mencionar lo bellísima que es esta ciudad y el valioso patrimonio histórico que alberga. No hace falta viajar a ella para saberlo. Pero sí para apreciarla de cerca. Ese encanto medieval que se respira en cada rincón te hacen transportarte a otra época. Son cita obligada la Plaza de la República, la Plaza de Wenceslao o la Praga artística. Pero la capital de la República Checa esconde muchos más tesoros por descubrir. Y no sólo atrapa por su riqueza monumental. También ese ambiente tan típico que encontramos en sus calles, restaurantes o tabernas.
Nos gustaría haber pasado más tiempo en esta bella ciudad, pero también he de decir que tres días de pateo dieron para mucho y, sobre todo, nos permitieron disfrutar al máximo.