Guatemala, paraíso natural

La idea de hacer este viaje surgió a partir de la propuesta de uno de mis hermanos, Juan. Había estado por trabajo en Guatemala apenas cuatro días y los pasó prácticamente de reunión en reunión, y volvió a casa con la sensación de que se había quedado sin la oportunidad de conocer un país y una cultura fascinantes. Somos cuatro hermanos y teníamos muchas ganas de hacer un viaje juntos, nunca lo habíamos hecho los cuatro solos, y una vez nos pusimos de acuerdo con las fechas, Juan no tardó mucho en convencernos de que nuestro destino debía ser Guatemala.


Llegamos a Ciudad de Guatemala y no quisimos desaprovechar la oportunidad de dedicar unas horas a recorrer la capital del país, conocer su ambiente y un trocito de su cultura. Pero pronto debíamos poder rumbo a nuestro siguiente destino. Con la agencia de viajes, IEST, habíamos diseñado un viaje de aventura y naturaleza, así que nos dirigimos hacia el maravilloso Lago Petén. Nos dimos un baño en sus aguas que, después de las muchas horas de viaje, nos supo a gloria. Pasamos el primer día descansando y disfrutando de una paisaje impresionante. Nos sorprendió el atardecer en esta zona del planeta, con las imágenes del lago y la selva como telón de fondo.

Visitamos la ciudad maya de Tikal. En IEST nos explicaron que era el mejor exponente de la cultura maya clásica y, por supuesto, no quisimos perdérnoslo. Para esta jornada contamos con un guía, que nos explicó que es uno de los mayores yacimientos arqueológicos de la civilización maya precolombina y que fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

Nuestro viaje continuó con la visita al Lago Atitlán. Lejos de lo que podíamos esperar, nos sorprendió todavía más que el Lago Petén. Según he podido leer, este enorme lago de origen volcánico es calificado por muchos turistas como el más bello del mundo y yo puedo dar fe de ello. Para llegar a sus riberas hay que bajar por una carretera que serpentea por las laderas de varias erupciones. ¡La emoción y la aventura están aseguradas! Su agua, de un azul fuerte, se funde con tres impresionantes volcanes, para componer una imagen incomparable.

Además de ese viaje por carretera, también nos animamos a hacer un recorrido en barca por la zona y a visitar también algunos de los pueblecitos que se sitúan en la ribera. Por último, nos armamos de energía para, otro de los días, subir hasta la cumbre del volcán San Pedro. Nos avisaron de que había que estar en forma para realizar esta excursión de cuatro horas y la verdad es que tampoco nos habíamos preparado adecuadamente para hacerla, pero no quisimos perder la oportunidad y, aunque con alguna dificultad, finalmente ¡llegamos a la cima! Merece la pena el esfuerzo para disfrutar de las magníficas vistas desde la cumbre.

La siguiente excursión fue algo diferente. Nos trasladamos hasta Sololá para conocer su mercado local, uno de sus elementos más representativos, y después fuimos en lancha hasta Santiago, otro pueblecito habitado por indígenas que viven de la artesanía y de la pesca. También visitamos las ciudades de Comalapa, y La Antigua, donde conocimos un poco más sobre la historia de Guatemala.

Nos faltaron un millón de sitios por visitar, pero esta vez, mi hermano Juan, y nosotros tres también, volvimos a casa con la satisfacción de haber conocido, al menos en parte, un país maravilloso que merece la pena cien por cien. Gracias IEST!!