Es un paraíso para los amantes de la naturaleza. Canadá puede presumir de tener algunos de los lagos, cataratas, montañas y parques naturales más espectaculares del mundo. Cuando decidimos hacer este viaje, tuvimos que escoger entre la amplia variedad de rutas que ofrece para el visitante. Al final nos decantamos por el Oeste, y nos centramos en dos regiones: la Costa Sunshine y la Isla de Vancouver.

Partimos de Vancouver. De ahí cogimos un coche de alquiler para movernos por nuestra cuenta el resto del viaje. Dedicamos un día a visitar la ciudad y después ya pusimos rumbo a Whistler. Es la estación de montaña más conocida de Canadá, en ella se celebraron los Juegos Olímpicos de Invierno de 2010. La visitamos en verano y el paisaje era espectacular. Encuentras la estampas típicas que todos tenemos en nuestra imaginación de este bonito país, con montañas magestuosas y flora abundante. Hay muchas opciones para recorrer esta zona, a través de senderos que atraviesan la montaña, por la que nosotros nos perdimos tres días. Uno de ellos hicimos una ruta en bicicleta, una experiencia súper recomendable.

La siguiente parte de nuestro viaje fue la Costa Sunshine. Es una zona donde disfrutar del buen tiempo y realizar muchas actividades de ocio al aire libre. Está compuesto de muchos pueblecitos y ciudades pequeñas con muchas opciones para pasarlo bien. Recomendaría especialmente Gibsons Landing, un pueblecito pesquero con un puerto muy chulo, además de restaurantes muy buenos e interesantes galerías de arte.

La última parte de nuestra ruta se desarrolló en la Isla de Vancouver. Quien viaje a la zona no debe perderse el parque nacional Pacific Rim y el parque nacional Olympic, éste último ubicado en Estados Unidos y al que se accede cruzando el Estrecho de Georgia. También visitamos la ciudad de Victoria, de la que nos encantó su puerto.

Todo lo organizamos en IEST Viajes y, una vez más, quedamos muy contentos con el servicio. Por eso os escribo mi experiencia en este post.



José Luis, Las Palmas.