Botswana, la tranquilidad de lo indescriptible

Viajar a África era uno de mis mayores sueños desde que era pequeño y por fin llegó la oportunidad de verlo cumplido. Para disfrutar al máximo quería que me acompañaran personas muy especiales para mí y finalmente convencí a mis dos mejores amigos para que emprendieran conmigo esta gran aventura. La verdad es que no teníamos muy claro qué destino en concreto escoger y, tras visitar un par de veces las oficinas de IEST y hablar con sus agentes de viajes, nos decantamos por Botswana. Era un país en principio algo desconocido para nosotros pero tras oír hablar de sus maravillas lo tuvimos claro.


Nuestra ruta comenzó en la Reserva de Moremi, en el Delta de Okavango. Nos trasladamos en un 4x4 para conocer la zona. El primer día comenzamos bien temprano, para observar a los depredadoras antes del amanecer. Hicimos varios safaris por parajes naturales inigualables, con una vegetación exuberante. Además, viajamos en avioneta hasta el norte del delta y exploramos sus canales en lanchas motoras. En IEST nos recomendaron que no nos perdiéramos las travesías en los tradiciones mekoro, es decir, las embarcaciones de los indígenas. Y la verdad es que fue una gran experiencia: esa sensación de paz y tranquilidad, en pleno contacto con la naturaleza, es indescriptible.

Otro día hicimos un safari nocturno, y el resto de jornadas, después de las excursiones, pasamos la noche en el campamento que habíamos contratado con la agencia, un alojamiento con todos los lujos para descansar en medio de la naturaleza.

La segunda parte de nuestro viaje fue la visita al Parque Nacional de Chobe. Hicimos varias excursiones y, de todas ellas, nos encantó el paseo en barca por el río Chobe. En sus orillas encontramos una gran variedad animal, como los búfalos o los elefantes, que se acercan a beber agua del río y nos permitieron disfrutar de una escena increíble. También es obligado dar un paseo en barca para ver los antílopes y las cebras. Nos gustó tanto que repetimos al día siguiente.

Y, como no podía faltar en este viaje, finalmente nos trasladamos hasta las impresionantes Cataratas Victoria. El primer día pasamos horas y horas admirando esta gran maravilla de la naturaleza y haciéndonos fotos para el recuerdo. El resto de días nos animamos a hacer varias actividades típicas de la zona que resultaron de los más divertidas: rafting, paseos en bicicleta, paseos por el río para disfrutar del atardecer… Una de las reflexiones que saco de este viaje, además de que superó todas mis expectativas, es que el atardecer en África es diferente al de cualquier otro sitio, tiene una magia que atrapa y que se queda grabado en la memoria.