Mi viaje invernal a Seychelles

Hace un par de semanas, mientras el frío entraba con fuerza en toda España, tuve la suerte de viajar con mi marido, mis padres y mis suegros a un gran paraíso en el océano Índico: Seychelles. La idea era celebrar nuestro primer aniversario de boda, pero al final pensamos que sería buena compartir una experiencia así con nuestros respectivos padres, así que les invitamos a unirse y lo pasamos en grande.


Como sabéis, Seychelles son más de cien pequeñas islas tropicales y alrededor de treinta son las que realmente están habitadas. Para los turistas, también hay una amplia oferta de destinos y alojamientos. Es difícil escoger entre todas las opciones así que decidimos contar con la ayuda de la agencia IEST VIAJES. Ya nos había organizado nuestro viaje de novios y quedamos muy contentos con el servicio.

Queríamos disfrutar de las playas de arena blanca y aguas cristalinas, relajarnos, degustar los platos típicos, realizar excursiones y practicar algún deporte acuático.

Escogimos al final Mahé que es la isla principal porque es donde se concentran la mayoría de los servicios, es la más grande, y tiene decenas de playas de ensueño. En el centro tienen una montaña, el Morne de las Seychelles, de casi mil metros de altura. Al norte se encuentran también paisajes que merece la pena visitar y las vistas panorámicas más bonitas de la zona. Además, en Mahé está Victoria, la capital del archipiélago.

Pero también nos animamos a hacer alguna escapada por la zona. Así, uno de los días visitamos el Valle de Mayo, que está en la isla de Praslin. Tiene un inmenso bosque con una vegetación magestuosa. Hay caminos preparados para dar agradables paseos y disfrutar de la naturaleza en estado puro.

Pero, para ser sinceros, la mayoría del tiempo lo pasamos relajados, disfrutando del mar, la arena, los baños en aguas transparente, los atardeceres de película, las sobremesas interminables tras degustar platos exquisitos, los paseos por la orilla… En definitiva, disfrutando a tope de este paraíso.

Todos los hoteles son una maravilla y el nuestro no podía ser menos. Nos alojamos en el Constance Ephelia. Además de contar con unas instalaciones de ensueño pegadas a la playa, pudimos disfrutar de otros muchos servicios, como sus cinco restaurantes, varios locales de ocio, cinco piscinas, tiendas, etc. Al ser tres parejas, escogimos una villa, que tenía zona de jardín privada y unas vistas impresionantes al océano.


María Luisa, La Coruña

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